miércoles, 9 de octubre de 2013

Capítulo 38

15 de junio

17:25. ¡LO SABÍA! ¡LO SABÍA! ¡LO SABÍA! 
Yo sabía que tras ese silencio se tejía una fría manta de venganza y cólera que no demoraría mucho en ver la luz. Yo me sospechaba que tras la menor provocación explotaría y dejaría ver su real rostro horrendo, vil y ponzoñoso… ok… esto último me ha salido un poco a Shakespeare, pero es la pura y santa verdad…
Hoy tuvimos una reunión, de esas aburridas, donde toda la oficina debe abandonar sus labores para ir a escuchar de los avances en diferentes proyectos, que a nadie realmente parece importarles.
En la sala grande nos congregamos todos. Yo me puse junto con las chicas pero muy cerca de la puerta por si me daba ataque de tos. Mi resfriado ha evolucionado positivamente, ahora no solo tengo este molesto moquillo sino que además una tos horrible. Mamá me ha dicho que tome palto miel. En fin… Jeremy llegó casi de los últimos y se sentó al lado de don Pelmazo que en ese minuto conversaba animadamente con Daniela y la Cote. Luego hizo su arribo Arturo Mollins con Isabel y la estirada (no sé que hacía allí la verdad, debería estar viendo lo del departamento con mi hermano), se sentaron en la cabecera y como es lógico Arturo Mollins causó lo mismo de siempre. Suspiros y miradas de allá para acá, con caras coquetonas. Carla sonreía como una colegiala y Berenice lo tenía en puros calzoncillos en su mente.
La reunión comenzó… una lata… cuando presentaron a la estirada, el ambiente femenino se puso bastante tenso. Todas y todos la recordaron un poco de la farandulilla que se había tomado hacía solo unas semanas los pasillos de la empresa. Ahora estaban comprobando quién era la que tenía el corazón de su idolatrado Arturo Mollins.
Cristina se me acercó al oído y me susurró “debe venir a cotizar el ganado y a rayar la cancha”.
Insisto en que no sé a qué había ido esa mujer a la reunión. No fue ningún aporte, se sentó y nos quedó mirando como un búho en la noche mientras hace guardia para cazar a su presa. Quizás Cristina tenía razón y asistió solo para demostrar que ella era real y que Arturo Mollins era su hombre.
Hablaron de las nuevas tecnologías que estaban por llegar, el cambio de computadores, felicitaron a la gente de ventas porque estas iban en aumento aunque hicieron el llamado a no confiarse, etc., etc. y luego Isabel dijo que había avances significativos en relación a la idea de hacer evaluaciones a nuestros jefes y supervisores.  Dijo que se estaba trabajando con un grupo de psicólogos laborales y que esperaban a fines de julio subir la plataforma y hacerla efectiva a toda la empresa de Arica a Punta Arenas. En ese minuto Marcela se volteó lentamente hacía Arturo Mollins y le dijo “¿de qué está hablando?”
Antes de que Isabel finalizara su intervención, la estirada la interrumpió.
-          Isabel… disculpa pero ¿Cuál es el objetivo de esa evaluación?
-          Lo principal es aumentar el Feedback entre los equipos y sus jefaturas.
-          Pero eso ¿cómo lo harán?… es imposible que los equipos puedan evaluar el trabajo de sus jefaturas cuando estos tienen una presión diferente y manejan rangos estipulados dentro del propio escalafón… esto es como si nosotras le dijéramos a Arturo lo que tiene que hacer…
-          Eso es lo mismo que yo les dije – intervino don Pelmazo
-          Si entiendo tu punto, Marcela – replicó Isabel – pero fue un consenso al cual llegamos en una reunión pasada, todo el equipo se mostró a favor y el propio Arturo impulsó la idea… - la estirada de giró hacia el involucrado.
-          ¿Es eso verdad?
-          Si, lo es… - dijo en tono despreocupado.
-          ¿Y se te ocurrió a ti la brillante idea? – dijo la mujer con ironía
-          No – interrumpió Isabel –, fue idea de Gabriela Gómez.
-          ¡Ah! Ese nombre de nuevo… Dios, me sale hasta en la sopa… - murmuró por lo bajo – y entonces Gabriela, por qué se le ha ocurrido algo como esto… - de pronto sentí que millones de ojos me observaban detenidamente. Tenía que hablar y lo único que quería era salir huyendo. Carraspeé un poco y traté de que no me saliera la voz muy gangosa.
-          Lo que sucede… bueno, antes quiero pedir disculpas. Estoy un poco resfriada…
-          Tome vitamina C, eso le ayudaría – dijo la mujer.
-          Si… tenía una caja pero la boté… sabía “amarga” – aún no sé porque dije eso, pero me pareció divertido. A quién no le pareció divertido fue a Arturo Mollins porque se mordió el labio, movió el cuello un poco incómodo y me quedó mirando como si fuera la arpía más grande del mundo – lo que sucede – continué -, es que todos los años a nosotros, como trabajadores, nos hacen esas evaluaciones de desempeño y las jefaturas tienen en sus manos el premiarnos con un bono de desempeño o castigarnos. Me parece un poco injusto, pensando sobre todo que los líderes de grupos deberían justamente evitar que sus equipos tengan una mala evaluación. Además, usted ha dicho que no sería “correcto” que nosotros evaluáramos a los jefes simplemente porque ustedes tienen mayor responsabilidad por su cargo… lo dice como si la empresa se mantuviera en pie exclusivamente por su trabajo…
-          Lo que sucede Marcela… - intervino Arturo Mollins - es que la Señorita Gómez, siente que nosotros no trabajamos en forma tan honesta y esforzada como ella… - ¡Oh! El maldito hijo de puta, había soltado su veneno, estaba mostrando esa cara horripilante que yo veía a diario en mi departamento –. Para la Señorita Gómez, el trabajo a puerta cerrada es visto… mm… cómo fue… mm… ¿cuáles fueron las palabras exactas?... ¡ah! como si estuviésemos subidos en un maldito pedestal desde el cual miramos a todo el resto de la humanidad
-          Pero es eso es… ridículo… - dijo asombrada Marcela.
-      Para ella crear fuentes de trabajo solo equivale a levantar presumidos edificios modernos, para comenzar a ganar verdes billetes… - Arturo Mollins me miraba echando chispas - ¡ah!... pero perdón… mi comentario puede sonar demasiado prosaico… - añadió con una sonrisa llena de cinismo -. Como sea el caso… para ella nosotros llegamos y arrasamos con todo, destruimos vidas y sueños, sin embargo, deja atrás algo importante: damos trabajo a mucha gente. Quizás más esforzada que nosotros, quizás más honesta incluso que nosotros, pero lo hacemos. También ayudamos a fundaciones, apoyamos a que microempresarios puedan llegar a aspirar a tener nuestra misma suerte, y  también, a pesar de esta posición de pedestal donde la producción es importante, sí nos importan las personas, la gente, lo que sienten, lo que piensan, cómo se encuentran. Por eso Marcela cedí a que esto se hiciera, me pareció una idea buena. Tú, mejor que nadie, sabes que tenemos miles de empleados a lo largo del país, y que no me es posible conocerlos uno por uno, pero esta idea puede hacer sentir a la gente más parte de su propio lugar de trabajo… pero bueno… qué puedo yo saber de esas cosas ¿verdad? Si soy el peor maldito ser humano a quien alguien le pueda tocar conocer en su vida… - había un silencio sepulcral en la sala. Yo no sabía si cavar una tumba y enterrarme o ir y golpearlo por haber dado todo un discurso de lleno santidad y haberme dejado como la mala de la película.
-          Señor Mollins… - dije tratando de mantener una voz neutral – creo, que ha entendido mal lo que yo quise decir antes…
-          ¿Usted cree señorita Gómez? ¿a usted le parece posible que yo haya entendido mal y que ahora le de un “tono” erróneo a lo que realmente quiso decir?
-          Si. Creo que sí me está mal interpretando – dije en forma aniñada al tiempo que me acercaba a la mesa-. Y ha puesto frases y palabras que no vienen al caso… que más me parecen a…
-          Pues yo tampoco quise sonar despectivo, ni ofensivo, Gabriela - me interrumpió poniéndose de pie y apoyando los puños en la mesa igual como lo había echo en la discusión anterior, con la diferencia que ahora no se divisaban su divinos abdominales - . Y usted no me dejó rango de acción o explicación. Me diste un maldito discurso de psicótica y no me permitiste poder llegar a un acuerdo, como personas adultas. Me lanzaste toda una perorata social, democrática y de buena voluntad, sin descanso ¡Si ni siquiera respirabas!
-          Pero ahora – chillé –… no es lo mismo. Yo no he querido ofender a los empresarios. Y tú no te hagas el hipersensible conmigo recuerda que yo no soy un adversario para ti… - dije haciéndole muecas, mientras sentía el carraspeo feroz en mi garganta.
-          Pues yo tampoco traté a nadie de gusano, niñita
-          Insecto… dije insecto… - le corregí mientras me daba un ataque de tos.
-       Me da igual… tu llevaste la conversación hacia un lugar incómodo, tratando de ver debajo del agua, sin dejarme rangos de acción o explic… y no debiste haber botado la caja de vitaminas por una simple niñería de chiquilla autoritaria, mañosa y atolondrada…
-          Señores… señores… ejem… - era Isabel –… la reunión ha finalizado…
Hum… me parece que justo en este punto Arturo Mollins y yo, nos dimos cuenta que habíamos tenido la pelea, bastante vergonzosa, delante de toda la empresa.
La abogada estirada miraba a Arturo Mollins con cierto aturdimiento, Isabel estaba francamente incómoda, Jeremy estaba a punto de estallar de risa, Arturo Mollins se mordía el labio inferior y se tocaba nerviosamente la frente y yo podía sentir la curiosidad y el desconcierto en todos mis compañeros.
El problema afuera de esa sala no lo tendría solamente Arturo Mollins… yo también… y más de los que a mi me podría llegar a gustar.

A la salida de la reunión, los cuchicheos no se hicieron esperar. Las chicas se me acercaron rápidamente con sus caras llenas de genuina curiosidad. Yo solo atiné a levantar una mano y decirles “ahora no” y me fui a encerrar al baño.
Esperé un largo rato antes de salir. Me daba mucha vergüenza. Cuando al fin me bajó la valentía, decidí marchar a mí puesto de trabajo con el mayor de los orgullos que me fue posible.
Cuándo casi doblaba la esquina Arturo Mollins me tomó de una mano y me hizo una seña para que lo acompañara a su oficina.
-          Bonito espectáculo el que acabamos de dar – me dijo una vez que cerró la puerta –. Marcela me ha preguntado qué había sido todo eso.
-          ¿Qué le dijiste?
-          La verdad. Que estabas enojada porque estaba desalojando a tu padre de un edificio donde tiene su negocio y que el otro día tuvimos una discusión por esto.
-          ¡Ah!...
-          Me ha dicho que parecía pelea de pareja… - dijo medio divertido.
-          ¿Pareja?
-          Si. Esa debe ser la impresión que causamos.
-          Pero no somos pareja - dije con espanto.
-          Claro que no lo somos. Pero ha sido una riña demasiado infantil. No es mi estilo. Me sacaste de mis casillas Gabriela, y eso no es fácil hacerlo…
-          No eres el primero al que le provoco urticaria… - respondí con un orgullo gangoso.
-          Te creo. Tienes una lengua muy rápida y sabes justo cómo herir – eso me tendría que haber echo sentir feliz, pero no me hacía sentir eso –. Como sean las cosas, esto no debe volver a suceder.
-          Estoy de acuerdo – dije muy seria mientras me sonaba.
-          ¿Es verdad que botaste la caja de vitaminas?
-          Si. Todas y cada una de ellas.
-          Ok. Debes ir a médico. Ese resfriado está empeorando. Te he escuchado toser todas estas noches.
-          ¿Y no te han dado ganas de ir a ponerme la almohada en la cara? – Arturo Mollins me sonrió.
-          Un par de veces, si. Pero no por lo que tú crees… - nos quedamos mirando un rato. Fue demasiado raro lo que sucedió entonces. Arturo Mollins tomó un mechón de mi cabello que caía sobre mi rostro y lo puso en mi hombro. Cuando hizo eso, yo di un paso hacia atrás. Se me había puesto un nudo en el estómago y sentía que no podía respirar. Él pareció confundido. De pronto ninguno de los dos sabía qué hacer. Él tragó saliva, pestañeó varias veces y se metió las manos a los bolsillos, mientras apretaba sus labios.
-          Ya no eres mi enemigo… - dije con un hilo de voz, para romper el hielo.
-          ¿A no?
-          No… ahora eres mi archi enemigo… - respondí mientras me sonaba de nuevo.
-          Ok… - respondió medio divertido -. Puedo vivir con eso…

Nos despedimos y me fui a mi puesto. Cuando llegué tenía 34 correos en bandeja. Iba a ser un día muy largo. Mejor me fui al baño otro rato más, para luego prepararme una limonada. Mientras, chuparía lentamente una vitamina C de la caja que me había regalado A. Mollins… 
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Siguiente entrega: JUEVES.
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8 comentarios:

  1. jajajajajajajjaa tipico pero es q a A.M lo tiene loquito si se nota a distancia .... ay yo ya quiero q pase algo

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  2. OMG... Juro que estaba en esa sala de juntas, lo juro... Y es que me pude imaginar paso a paso esa pelea, que si, de hecho, parecía de pareja... Pobre Yiyi la que le espera con las amigas querrán sacarle toda la sopaaaa.... Ay, esta historia cada vez se pone mejor y mejor... ¿Que pasará?.... Ay no sé, pero ya tengo unas ganas enormes que ella se de cuenta que AM le encanta, y él se anime a demostrarselo porque de aquí a la luna se nota que ella le gusta y mucho...
    Con ansias espero el de mañana...
    besos

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  3. dios como me gusta la historia

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  4. OMG OMG OMG... creo que me quede sin aire varias veces el dia de hoy... ay mi Arturito Mollins como lo amo <3
    Besos Yiyi

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  5. OMG, esto fue una pelea de parejas???? que risa se pusieron de tu a tu sin importar que estaban en la junta... bueno Arturo se descargo todo lo que le dijo es que de solo imaginarmelo me da risa, pobre Graciela le salio el tiro por la culata como decimos en Panama. Se nota que estos estan mas embobados que nunca y ellos no se han percatado aun. Dios pense que la iba a besar cuando le quito el cabello ufff. En espera del proximo capitulo Yiyi me encanta este blog

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  6. Gracias a todas por sus comentarios. Alegran la jornada :-D Bss para todas!!

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  7. jajajajajaj!!!!! q bueno el capitulooo!!! me encantoooo!! que se le pase lo huevonaaa!!! que deje a ese asqueroso gusano de jeremy y que siga la peleaaaaaa!!!! wuaaaaa!!

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  8. jajajajjajajjajajajjajaj!!! Me fascinó, cada capítulo es mejor que el otro...espero que pronto se den cuenta de lo que les pasa...si sólo falto que se besaran!!

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