miércoles, 18 de diciembre de 2013

Día 74 (Segunda parte)

(...Continuación...)

Por la noche me quedé pegada como mosca a la ventana de mi pieza. Arturo había llamado para confirmar que iba a llagar cerca de las 22:00 y que me había comprado algo. Moría por saber lo que era… esperaba que no joyas, los aros me bastaban. Un CD… si, eso era genial. Un Baby Doll… ¡UF! Muy pronto para ese tipo de compras, pero estaba bien por mí. Aunque, durante el transcurso de la tarde, caí en un punto no menor. Llevada por el deseo y la pasión, olvidé que frente a la lujuria correría el riesgo de traer una nueva vida a este planeta. Cosa que dudo que Arturo tenga planificada para nuestra relación. Personalmente, no quiero aumentar la natalidad nacional aún. Según mis cálculos… esto no podría suceder ¿pero y si sucedía? ¿Qué diría Arturo? Peor ¿Qué diría la madre de Arturo? Lo más probable es que la señora termine pensando que todo esto ha sido un ardid para atrapar a su adorado hijo. No, hablaría con él y lo mandaría a la farmacia más cercana, así esta estuviera en Argentina. Prevenir, antes que lamentar… mm… ¿cómo será Arturo como padre?... ok… sacaré esa imagen de mi cabeza.
Estaba pensando en él, cuando lo vi llegar. Corrí hasta la escalera y puse la cara más inocente que podía. Arturo abrió la puerta, llevaba una caja de algo en las manos. Leticia, estaba cerca para tomar el abrigo, él le pasó la caja, le dio una instrucción y al parecer preguntó por mí ya que Leticia me quedó mirando. Arturo se volteó y lo único que noté que expresó fue un “wow”… genial… primer objetivo cumplido, ahora me faltaba volverlo loco de pasión. Eso sería fácil… las ostras harían una parte…
Bajé las escaleras, esperando no rodar por ellas, y me quedé de pie dos escalones más arriba.
-        Buenas noches Don Arturo Mollins… - dije moviendo mis ahora monumentales largas pestañas.
-        Señorita Yiyi… de gatita traviesa piensa mutar a conejita con esas pestañas tan seductoramente largas…
-        Sip… quizás llegue a conejita Playboy esta noche… - respondí alargando la trompita.
-        Eso… - dijo abrazándome y dándome un largo beso – es muy provocativo, Yiyi. Te extrañé mucho ¿sabes?
-        ¿Por qué andas vestido como día de trabajo? ¿fuiste a la oficina?
-        No. O sea, si.  Tuve… pues… tuve que ir a ver un tema.
-        ¿Pasó algo malo?
-        No, no, no… tranquila. Todo se solucionará en los días siguientes. Algo de último minuto se complicó. Solo… requiere, más trámites, pero tendré que estar más pendiente, eso nada más.
-        El almuerzo ¿cómo estuvo?
-        Aterrador. Pero no quiero hablar de eso ahora… quiero que hablemos de nosotros y de lo que te haré esta noche… después si lo deseas, si queda tiempo, hablamos de todo el resto del mundo… ¿Qué me dices?
-        ¡Ah! Si… pero tenemos un pequeño dilema…
-        ¿Cuál sería?
-        Emm… - cómo le decía lo que estaba pensando que tenía que decirle.
-        ¿Qué sucede? – me insistió.
-        Pues… emm… - dije apretando los labios - anoche, nos portamos muy mal. Y… pues… caí en la cuenta de que fue todo muy rápido… - había decidido jugar con el botón de la camisa de Arturo. La idea y la valentía no cuajaban y me sentía más tarada de lo normal – Y pues… no hubo protección… - creo que justo en ese punto, me puse tan colorada como un pimentón.
-        ¡Ah!... eso… - dijo Arturo sonriéndome.
-        Si… eso… - por qué un tema tan normal, me abochornaba tanto.
-        No será impedimento para esta noche, entonces. – y me guiñó un ojo. Yo moví la cabeza y me reí. Genial. La Mamá de Arturo no me asesinaría por traer un Arturito al mundo. Natalidad, controlada.
-        Dijiste que me habías comprado algo… ¿puedo saber qué es?
-        Si… frutillas bañadas en chocolate y rellenas con licor…
-        ¡Arturo! Me quieres emborrachar y llenar de lujuria a la vez… sucio abusador sexual, no necesitas darme pócimas para convertirme en una dínamo sexual… pensé que lo sabías… - él se reía y me estrechaba más fuerte entre sus brazos.
-           Diablos, Yiyi… te eché mucho, mucho de menos… - nos besamos con tanta jodida pasión que no creí que hubiese ostras o siquiera postre.


Durante la cena, me habló del almuerzo con su madre y su ex novia de la Universidad. Me dijo que había estado todo muy bien, muy en paz. La mujer es una Ingeniera Comercial igual que él, que trabaja en una empresa de Recursos Humanos. Cuando pregunté si era bonita, Arturo me dijo que sí, aunque dependía del concepto que yo tuviese de bonita. Le dije que me la describiera y me dijo que no haría eso, porque su madre la había invitado para el día siguiente. Me quería morir.
-           ¿Y tú aceptaste eso?
-           Si…
-           ¿Y yo qué hago?
-           Tú te quedas en esta casa. No me dejarás solo. Le pedí a mi hermana que viniera también. Podrás estar con ella, mientras yo cumplo con esa formalidad. Katherine no tiene la culpa de que mi madre sea tan insistente.
-           Le has hablado de mí a tu madre…
-           No. Y no lo haré.
-           Yo no entiendo eso, Arturo. Me encargas al chofer, al mozo, a la cocinera, a Leticia y a tu hermana. No sé si pensar que me tratas como un cristal o como una puta a la que hay que ocultar de la vista de todos.
-           No quiero volver a escucharte decir eso, jamás ¿de acuerdo? - dijo muy serio - En primera, no te oculto, no tengo por qué hacer algo así y no te trato como un cristal. Mi madre no está de acuerdo con mis gustos en mujeres, y puede ser muy desagradable. Quiero evitarte el mal rato. Cuando estés preparada para estar conmigo, te conocerá formalmente.
-           Pero en el camino te seguirá presentando mujeres…
-           Si. Me dijiste que a mi no me faltaba nada para ser tu novio, y que a ti te faltaba seguridad. Bien… es una prueba de que debes estar segura que yo te quiero a ti y no a las mujeres que mi madre me traiga.
-           Eso es… raro. ¡Hum!... Pero lo entiendo… Arturo – dije sacándome el zapato y haciéndole cariño con el pie en el muslo y un poco más arriba – tengo un problema con las Ostras… piden a gritos el postre y algo de soledad… ¿Qué hacemos? - en cinco segundos llegaron las frutillas y despachó a Leticia diciéndole que no se preocupara por las cosas, las levantarían al día siguiente. Que no quería interrupciones.
Voló corbata y la camisa perdió más de un botón. Mi secretillo con la biblioteca oculta del padre de Arturo comenzaba a ponerse en acción y Arturo sin duda no olvidaría jamás esta noche… jejeje…


-           Arturo… - dije mientras mi vestido caía al piso.
-           Dime… - estábamos en la cama sacándonos el resto de la ropa. Él me besaba el cuello y yo le mordía una oreja.
-           Te acuerdas que una vez me dijiste que serías capaz de vender una de tus empresas y donar ese dinero…
-           Si, mi amor… pero no lo decía muy en serio…
-           ¡Ah! bueno… que bien… pero eres un hombre que tiene mucho dinero, muchas empresas, muchas oportunidades…
-           Si… - dijo mirándome.
-           ¿Por qué me miras? Sigue en lo tuyo… yo puedo hablar mientras tu me haces cosillas malas…
-           Si Yiyi… pero soy hombre, no puedo hacer dos cosas a la vez ¿acaso no lo sabes?
-           Jajaja… que tonto eres, jamás he creído en eso… bueno…
-           De dónde sacaste esta ropa interior, Yiyi…
-           Es mía… ¿te gusta?
-           ¿Encaje rojo? muy erótico… me encanta… mm… qué me quieres proponer…
-           Estuve pensando – dije empujándolo y quedando sentada a horcajadas sobre él, mientras pensaba que el pecho ancho y peludo de Arturo era horrendamente sexy -. Que no es necesario que vendas nada, ni que dones nada para complacerme. Pero sí se me ha ocurrido que como eres un hombre muy, muy afortunado. Más afortunado ahora, porque me tienes a mi…
-           Yiyi… al punto por favor… - exclamó con impaciencia.
-           No, no puedo… aún no reventarás… déjame juguetear un rato más… como te decía… - dije besándolo en el pecho -… estuve pensando en que podrías crear un tipo de fondo de ayuda a funcionarios o empleados con menos recursos, para que puedan estudiar. Una especie de beca, por ejemplo, para los hijos de la gente de construcción de tu empresa constructora ¿qué dices?
-           Mm… digo que es buena idea, aunque complicada de realizarla a corto plazo. ¡Oh! Yiyi… eso esta… Dios…
-           ¿Mal?
-           ¡NO! ¡NO!… ¡oh! No… está de mara… villa…
-           Sabes que tengo la candidata perfecta para que puedas llevar a cabo el proyecto. Es alguien que servirá de ejemplo para toda tu gente después… ¿voy bien?
-           ¡Genial, Yiyi!... no te detengas…
-           ¿Quieres saber su nombre?
-           ¡Amor!...  quiero saber lo que desees que sepa…
-           Leticia… - dije besándolo en el cuello y susurrándole al oído – Leticia, es nieta de alguien que trabaja para ti, quiere superarse pero necesita algo de ayuda extra… crea un fondo para personas como ella ¿voy bien?
-           S… s… si… - me acerqué lo suficiente para quedar frente a sus ojos mientras le mordía el labio inferior.
-           Prométeme que lo pensarás… y verás que lo que estás pasando ahora, no es ni la mitad de lo que te haré en un rato más…
-           Yiyi… te lo prometo, mi amor… te lo prometo… - dijo besándome con una locura inusitada.
El resto de la noche, le hice tanta cosa sucia que no le quedará otra que crear la beca… jejeje… mi buena obra del día… genial…


12:46. Hoy se supone que es el almuerzo con la famosa Katherine. Ha llegado Magdalena y me ha dado tal abrazo que me ha cortado la respiración. Venía sin los enanos. Igual me habría gustado verlos. La madre de Arturo me ha mirado con mucho recelo. Ahora sé que los ojos los sacó a su madre.
Katherine realmente es muy bonita. Tiene ojos azules y una melena frondosa. Es de esas mujeres que aunque las afeen se ven lindas igual… la odio.
Durante la mañana Arturo hizo una serie de llamadas. Marcela había dejado siete mensajes para que se comunicara inmediatamente con ella. En el octavo, Arturo decidió contestarle, desapareciendo por largas horas de mi vista. Luego, me comentó que mañana tendrá que ir de urgencia a la oficina. Le volví a preguntar si había sucedido algo malo, me insistió en que no, que no me preocupara que todo estaría bien. Que arreglaría el “estúpido problema”, después me contaría del asunto y seguiríamos disfrutando de nuestras vacaciones.  
Yo me puse un vestido de la colección de vestidos de Magdalena. Le comenté que el día anterior había tomado uno prestado y me dijo que no me preocupara, que me los regalaba, no le quedaban y le encantaba la idea de saber que podrían ser usados nuevamente. Me dio la dirección de una señora que hace los arreglos en la familia. Mm…
La madre de Arturo lo empujó a salir a caminar con Katherine a solas. Él me miraba con ojos de cordero degollado. Yo tenía una hoguera en mi interior, tenía rabia, no quería ver a esa mujer cerca de él, pero no podía hacer nada. Ella se reía con todo lo que decía Arturo, lo tomaba del brazo y se hacía la dulce. Le faltaba puro acurrucarse cerca de él. Maldita… mm… verdad que prometí no volver a maldecir… mm… pero es una maldita. Y la detesto.
La madre de Arturo me interrogó respecto a lo que hacía y tenía. Todo lo que le decía terminaba comparándolo con Katherine. Yo decía estudié licenciatura, ella ingeniería. Hice un diplomado, ella una magister. Trabajo en tal lugar, ella trabaja en este otro. Tengo un departamento, ella tiene dos. Tengo una librería, ella invierte en la bolsa. Y así… me convencí que según su madre a pesar de ser y tener varias cosas que me enorgullecen, no es suficiente para su hijo y ella le conseguirá algo mucho mejor yo.
La hora de almuerzo fue dura. La madre de Arturo se sentó en la cabecera de la mesa, Arturo a su derecha y junto a él Katherine. A su izquierda Magdalena y yo. Por un momento pensé que me mandarían a comer al patio.
 La conversación giró en torno a trivialidades de viajes al exterior, los conocidos en común, comidas y tragos que en mi vida probaría. Eran temas que jamás me habrían interesado a mí. Además que todo el mundo parecía multiplicarme por cero. Arturo me miraba de tanto en tanto, yo me mantuve dignamente aburrida. Al rato tocaron un tema en el cual me sentí directamente aludida.
-           Arturo, hijo ¿Qué has pensado de lo que te propuse de las bandas musicales?
-           Lo he pensado en profundidad madre. Pero tengo que evaluar todo con mayor tranquilidad.
-           Katherine ¿te gusta la música clásica?
-           ¡Oh! Si… muchísimo. Con mi hermano aprendimos a tocar el piano de muy niños, así que tenemos oído musical.
-           Estupendo… intento convencer a este hijo mío para que auspicie el próximo año las bandas musicales del colegio donde Almendra es sostenedora. Es un colegio de las Condes. Maravilloso.
-           Madre… - dijo Magdalena – pero no sería mejor que alguna de las empresas de Arturo auspiciara a bandas de regiones…
-           Si… - dijo la pesada de Katherine – las de frutillar, por ejemplo.
-           ¡Oh! hijo, Katherine te ha dado una excelente idea por si la mía no te gusta…  ¿y tú? – me preguntó la madre, como si estuviera hablando a una horrenda vinchuca – sabes algo de música…
-           No he aprendido a tocar ningún instrumento. Pero sí escucho mucha música.
-           ¿Algún grupo en especial? – me preguntó Magdalena.
-           Varios… escucho a Tarjan, Épica, Apocalyptica, etc.
-           ¡Uf! Es horrible… - murmuró la madre de Arturo - ¿qué opinas Katherine?
-           Bueno… sin duda son nombres de grupos que desconozco y que presentan duda. Pero en gustos no hay nada escrito…
-           A mi me parece que son un insulto a la cultura… grupos satánicos, que destruyen el arte.
-           Madre, por favor – dijo Arturo – no empieces. Además estás equivocada.
-           Los grupos que escucho – dije con calma – reconozco que no son del gusto colectivo. Son un estilo de música gótica. La cual es profunda, oscura, acerca al alma y destruye la emoción en miles de pequeños trozos, para luego recomponerlos en forma magistral. Es como leer una obra con la oscuridad de Poe y la profundidad y suspicacia de Nietche. Es delirante cuando se sabe apreciar… Katherine, tiene razón. En gustos no hay nada escrito… en disgustos… tampoco. – dije mirando fijamente a Arturo el cual se bebió el vaso de agua al seco y pidió otro más enseguida.
-           El padre de Gabriela es dueño de una librería, madre – dijo Arturo.
-           ¡Oh! Si madre… - apoyó Magdalena - y tiene un hermano que es pintor… es sencillamente adorable.
-           Que tenga un hermano pintor y una librería, no significa que conozca de arte o que haya leído algún libro en su vida – replicó la señora con veneno en cada palabra.
-           Es verdad – dije rápidamente antes que Arturo abriera la boca para intentar protegerme -, tiene toda la razón. Lo que han dicho solo prueba que mi hermano sabe de pintura y que mi padre es dueño de algo – silencio. Nadie dijo nada en un par de minutos. Lo cual fue fascinante, la madre de Arturo me tenía hinchada echándome tanto excremento.
-           Y… ¿lees a Nietche? – preguntó Katherine arrugando la nariz.
-           Mm… leí el de Zaratrusta porque me gusta su prosa… si tu pregunta es si comparto su filosofía de vida. Pues, no.
El resto de la jornada, nadie osó dirigirme la palabra. Lo único que deseaba era que todo finalizara.
La madre de Arturo se fue con Katherine sin despedirse de mí. Arturo entró en mi habitación y se quedó apoyado en la puerta mirándome con paciencia.
-           Tu madre es bastante especial… - dije con cierta sorna.
-           Te lo dije. Me vine a disculpar en su nombre.
-           No me preocupa. Viviré con su malestar hacia mí. Ven aquí… - le dije golpeando el colchón – quiero un abrazo… quiero cariño - Arturo se acercó, me abrazó  y me besó - ¿te puedo hacer una pregunta infantil? – dije mientras disfrutaba del regaloneo.
-           ¿Infantil? ¿tu?... mm… claro…  - dijo sonriéndome mientras me acariciaba el cabello.
-           Es posible que sea un poco prematuro… pero… mm… si tuvieras que elegir un tema musical que representará nuestra rara y fenomenal relación ¿qué tema elegirías?
-           ¿Cómo tener una canción para nosotros? ¿Qué cuando la escucháramos nos acordáramos de algo en especial? – Arturo entrelazó sus dedos con los míos.
-           Claro… - dije mirándolo a los ojos.
-           Pues no lo sé Yiyi… mm… tendríamos que ver… ¿quieres que te dedique una canción?
-           No… o sea… no lo sé… es que… por ejemplo, mis papás tienen una canción de Niel Diamon. Fue el tema que bailaron cuando se conocieron. Y es… no sé… bonito…
-           Soy un poco malo para esas cosas, mi amor, lo reconozco… lo siento - Arturo se puso de pie y sin soltarme las manos continuó -. Mañana tendré que salir muy temprano…
-           Lo sé… me lo dijiste... quedas liberado de toda responsabilidad por hoy. A parte que ya me estaba cansando de ti en mi cama…
-           ¿Es eso cierto Yiyi? – dijo muy serio.
-           No, pero tengo que pensar que es verdad, para no encadenarte o morir de soledad…
-           Nos veremos mañana por la tarde, bonita…
-           Sip… - nos quedamos en silencio. Arturo me observaba, de pronto corrió mi cabello y comenzó a acariciarme el rostro.
-           Que ganas de quedarme contigo esta noche…
-           Pero mañana tienes que salir…. Temprano… es un tema urgente, me dijiste.
-           Dios, si… tengo que arreglar eso antes de que… - se calló y se restregó los ojos con una mano. Era idea mía, o eso de que el tema estaba casi solucionado, era una falsa.
-           ¿Antes de qué? – pregunté.
-           Antes… de que pase a mayores… pero estará todo bien. Amor, lo prometo.
-           Está bien… te esperaré – El rostro de Arturo no era el mismo de antes. Su mirada era extraña, sus ojos brillaban pero no de igual forma. Era una lucha interna. Lo sentía diferente.
-           Arreglaré ese embrollo y volveré por ti, Yiyi…
-           Bueno… acá estaré, esperándote…
-           Yiyi… te quiero mucho…
-           Nos vemos mañana… - dije.
Nos besamos por largo rato. Casi a rastras se fue, dejándome con el sabor de sus labios sobre los míos.
Ahora… estoy acostada y abrazo la almohada donde puso su cabeza Arturo, las noches anteriores, pretendo dormirme pensando en él. Solo espero que él esté pensando en mí y no en Katherine, ni en ninguno de los problemas que tiene.

Solo quiero él piense en mí… tanto como yo en él… Arturo, me quiere y me quiere de verdad… 

*****************************
Siguiente entrega: JUEVES.

No olvides unirte a nuestra página en Facebook. Con solo dar "Clic" en el botón "Me gusta" podrás ser parte de ella y compartir con muchas lectoras más de "La peor de todas" 

https://www.facebook.com/Yiyilapeor

3 comentarios:

  1. Me encanta como yiyi toma las riendas de todo!!! Pero me tiene con nervios que es lo arturo le esta ocultando!!!

    ResponderEliminar
  2. Yiyi como tiene que aguantar a la pesada de la mama de Arturo y que afán de quererlo tratar como si fuera un niño que no sabe lo que hace o quiere. Pero después de esos momentos que han tenido Arturito ya no se va alejar.
    Me encanto el capitulo y espero que ya estes mejor Meche y gracias por seguir regalándonos tu trabajo
    Por cierto espero que

    ResponderEliminar
  3. Gracias cada dia se ponen los capitulos mas interesantes ,un saludo y deseando leer el desarrollo de la historia

    ResponderEliminar