martes, 17 de diciembre de 2013

Día 74 (Primera parte)

24 de Agosto

9:30. Jejeje… me parece que la que le terminó haciéndole más suciedades a Arturo anoche, definitivamente fui yo. Se acaba de levantar y me ha dicho, entre risas, que soy un poco peligrosa, aunque sexualmente adictiva… jejeje… es adorable este hombre. Le respondí que era el problema de meterse con una mujer con una enorme imaginación... mm… enorme sí… jajaja… 
Resulta que ayer, después que me dejó sola en esta gigantesca cama para ir a cumplir el pesado compromiso de su madre, no me quedó más que matar el tiempo recorriendo la casa y aprovechar de hablar con la gente que trabaja acá.
Leticia, la delgadísima joven que me puso el pijama el día sábado y que me vio en la peor facha de mi vida. Tiene 19 años, trabaja hace un año en esta casa sirviendo a la familia Mollins, al igual que su abuela, que es la cocinera. Agarré a Leticia mientras hacía el aseo en una de las habitaciones. Cuando entré, se quedó quieta como si la hubiese pillado en algo horrible. Nos quedamos mirando y yo me comencé a sentir muy nerviosa.
-           Tu eres Leticia ¿verdad? – le pregunté para dejar de mirarnos como dos venados asustados.
-           Si, señorita… ¿necesita algo? – dijo bajando la vista al piso.
-           Si… necesito que me dejes de llamar señorita y que me regales un rato de sana conversación. Es una casa muy grande y yo me aburro con enorme facilidad – la chica se quedó muy quieta -. Leticia, mi nombre es Gabriela. Dime Gabriela, Gabi o Yiyi, evita la formalidad conmigo. Y relájate que parece que te hubieses tragado un chuzo… - la chica sonrió - ¿ves? Eso es bueno… te voy ,a ayudar a estirar las camas… necesito hacer algo con las manos, sino me volveré loca… y créeme que loca nadie me quiere cerca… - la chica se rió y pareció relajarse un poco.
Pasamos el resto de la hora haciendo camas, limpiando por ahí y por allá. A cada tanto me insistía en que no hiciera nada, porque si me veían la retarían. Yo no entendí esa lógica ¿retarte porque haces lo tuyo, y que alguien te ayude? Me sigue pareciendo una rareza. Le pregunté cosas triviales y nos reímos bastante. Eso, hasta que logré que se soltara y me contara cosas de ella.
-           Con el dinero que gano acá, pretendo estudiar el año que sigue.
-           ¡Qué bien! Te felicito. Y qué quieres estudiar…
-           Gastronomía. Mi hermano mayor dijo que me podría ayudar a costear la mitad de mis estudios.
-           ¿Cuánto sale la mensualidad?
-           Como 140, y la matrícula sale lo mismo…
-           Mm… es caro ¿no puedes optar a algún beneficio?
-           No. Es que los estudiantes vespertinos no tienen beneficios. Si fuese en el día, quizás. Pero así no podría trabajar y pagármelos.
-           Es cierto… mm… - me había quedado mirando. Supuse que algo me deseaba decir. Tenía pinta de querer contarme un secretillo. Así que puse, mi cara de mujer de confianza y la anime a susurrarme el comentario.
-           El señor Mollins nos ha dicho que la cuidemos mucho mientras él está ausente…
-           ¿A si? El señor Mollins cree que no me sé cuidar sola.
-           Mi abuela, está molesta porque la trajo a esta casa y la tiene durmiendo en la habitación de huéspedes más grande. Dice que usted lo ha vuelto tonto. Igual que la otra novia que tuvo…
-           Dile que el señor Mollins es tonto igual, sin mi ayuda… - Leticia se llevó una mano a la boca y se rio.
-           Usted me agrada – continuó -. Yo no encuentro que lo vuelva tonto. Hace mucho que no lo veíamos contento y relajado, caminando por la casa. La mamá le anda presentando novias muy producidas, que nos miran hacia abajo. El chofer del señor Mollins me había contado que a usted la había conocido cuando el caballero la llevó al médico. Nos dijo que era muy divertida. También nos había dicho que parecía una niñita. Yo no le creí, pero cuando la vi ese día me convencí.
-           Pero no soy una niña… tengo la estatura de una, pero tengo 33 años – Leticia me quedó mirando.
-           Usted me toma el pelo, Señorita Gabriela…
-           Que no… qué pasa con la gente de esta casa ¿es una tónica que nadie me crea nada de lo que digo?
-           Es que no aparenta más de 25… - dijo muy asombrada. Lo que no sabía era que yo también me sentía asombrada con ese aparente tope de edad. Así que me veo de 25. -. Mi abuela no me va a creer cuando se lo cuente. Lalo, Eduardo, mi novio, es el mozo que la llevó el día de la fiesta. Él estada estudiando contabilidad, pero ha tenido que congelar. Hizo un curso de mesero o algo así. Pretende juntar plata este año, igual que yo, para terminar su carrera el año que sigue. Me había contado que era muy bonita… casi me pongo celosa.
-           No tienes por qué – de 25 y bonita, me cae bien la gente que trabaja en esta casa -  ¿es verdad que le pegué a tu jefe? – quise saber.
-           ¡Uy! Si… Don Arturo, le intentó quitar un libro que tenía aferrado y usted le dio una cachetada. La señora Magdalena no podía parar de reír. Lloraba de la risa… yo me tuve que controlar, pero fue tan divertido. El señor Mollins se sobaba la cara y decía “tiene una mano muy pesada para ser tan pequeña”. Después usted se dio vuelta y se tapó con el plumón. Él se acercó, le quitó los lentes y se la quedó mirando un rato… fue tan romántico, si me permite…
-           Te lo permito… Leticia, ¿y porqué tu abuela dice que me parezco a la ex novia de tu jefe?
-           Bueno… yo no la conocí, pero dicen que tenía el pelo igual al suyo y era solo un poco más alta que usted. Hay muchas historias de ella. Lo que si tengo claro, es que la madre del señor Mollins la odiaba. Siempre le decía que por qué había elegido a una tacuaca, para darle nietos. Mi abuela dice que se puso muy tonto. No venía nunca a casa, porque la novia no lo dejaba. Le hacía escándalos de celos cuando él salía a trabajar. Era absorbente y el caballero tenía que darle en el gusto a las dos. La señora viajaba a Londres cada cierto tiempo. Dicen que ella tuvo que ver en todo lo que sucedió y en la separación definitiva de ellos. Cuando él volvió ya no era el mismo. Se fue de esta casa para vivir solo y se centró en las empresas de la familia. Cuando cumplió los 40 la mamá le comenzó a buscar novia, aunque él jamás parecía tomarse todo eso muy en serio. Puro trabajo. Pero - dijo apretando los labios. Presentí que mi nueva amiga Leticia, me quería contar otro secretillo - … desde hace unos meses, la cara le cambió ¿sabe? De repente, la señora le empezó a exigir que le dijera quién era la mujer que lo tenía tan contento. Un día, mientras cenaban, él se paró de la mesa, llevaban un buen rato discutiendo, y le dijo que en esta relación no se metería, jamás. Que si todo resultaba bien, no la dejaría que metiera sus narices. Fue una pelea muy, muy fuerte. Jamás lo vi tan enojado… mm… los que trabajamos acá creemos que es usted ¿sabe? Los hemos visto encerrados en la habitación y todo eso – cuando dijo esto se puso muy colorada –. La señora se mete mucho, la vida es de él… debería dejarlo tranquilo.
-           Dile a tu abuela, que yo jamás le haría daño al señor Mollins. Pero que lo tonto es de él…
-           ¡Oh! Que terminé rápido – replicó de pronto-… me queda la pura pieza de la Señora Magdalena. Me encanta la habitación de ella. Tiene los armarios llenos de vestidos de noche, aunque ya no le queda ninguno.
Entramos en la habitación y Leticia me mostró un armario realmente enorme. Había como cien vestidos de fiesta colgados. Era muy delgada de joven. Me pregunté si Magdalena se enojaría si le tomaba prestado uno. Encontré un hermoso vestido de encaje negro que me llegaba hasta la rodilla. Se me ajustaba perfecto. Tuve problemas con los zapatos, eran dos números más grande de lo que calzo yo.
Las cosas que me contó Leticia, me dejaron pensando por largas horas. La mamá me odiaba, sin siquiera conocerme. Yo tampoco la había visto a ella, pero presentía que no me caería del todo bien. La ex novia de Arturo, aquella pérfida que lo engañó por años con un vecino del edificio, tampoco le caía bien a la madre de Arturo. ¿Qué quería la señora? A Katherine… me muero de ganas por conocer a Katherine.
El resto de la tarde la pasé hurgueteando por cada rincón de la biblioteca. Lo que buscaba, era difícil de encontrar, pero confiaba en mis dotes de investigadora literaria.  Al fin, di con ese tipo de literatura que pondría morada a la pequeña Leticia. El señor Mollins padre era un tipo muy pícaro. Dudo mucho que exista algún amante de la literatura que no conserve algún libro medianamente impúdico. Físico o digital. Encontré el Kamasutra y un escrito del Marqués de Sade… ¡meh!… era solo cosa de saber buscar…

Esa noche le tendría un par de sorpresas al señor Mollins hijo… gentileza del padre… jejeje… aunque prometí mantener el secreto. Lógico.

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Siguiente entrega: MIÉRCOLES.
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3 comentarios:

  1. AME ESTE CAPITULO CON TODO MI CORAZON....!!!!!!
    CADA VEZ TODO SE PONE MEJOR :)
    Al fin Yiyi saco la fiera sexual que lleva dentro jajajjaja...
    En fin, me encanta como es Arturo y que bueno que Yiyi siga liberandose mas y mas.
    Y OJALA la bitch de la ex novia de Arturo no se meta...porque si no la busco y barro el piso con ella, y con la madre tambien jajajjaa...

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  2. Yiyi debe ser inteligente y ganarse a la vieja de la suegra asi como se gano a los chicos tiene q ser astuta y no dejar a AM es un ricoooo en todo sentido

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  3. Wao cada vez me gusta mas esta historia!!! creo que yo haría exactamente lo mismo que Yiyi sola en esa casa.... ay Dios me oiga y me ponga en esa situación!!! jajajajajajaja mansión, galán, ocio.... mmmm rico!!!!

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