24 de Agosto
9:30.
Jejeje… me parece que la que le terminó haciéndole más suciedades a Arturo
anoche, definitivamente fui yo. Se acaba de levantar y me ha dicho, entre
risas, que soy un poco peligrosa, aunque sexualmente adictiva… jejeje… es
adorable este hombre. Le respondí que era el problema de meterse con una mujer con
una enorme imaginación... mm… enorme sí… jajaja…
Resulta
que ayer, después que me dejó sola en esta gigantesca cama para ir a cumplir el
pesado compromiso de su madre, no me quedó más que matar el tiempo recorriendo
la casa y aprovechar de hablar con la gente que trabaja acá.
Leticia,
la delgadísima joven que me puso el pijama el día sábado y que me vio en la
peor facha de mi vida. Tiene 19 años, trabaja hace un año en esta casa
sirviendo a la familia Mollins, al igual que su abuela, que es la cocinera.
Agarré a Leticia mientras hacía el aseo en una de las habitaciones. Cuando
entré, se quedó quieta como si la hubiese pillado en algo horrible. Nos
quedamos mirando y yo me comencé a sentir muy nerviosa.
-
Tu eres Leticia
¿verdad? – le pregunté para dejar de mirarnos como dos venados asustados.
-
Si, señorita…
¿necesita algo? – dijo bajando la vista al piso.
-
Si… necesito que me
dejes de llamar señorita y que me regales un rato de sana conversación. Es una
casa muy grande y yo me aburro con enorme facilidad – la chica se quedó muy
quieta -. Leticia, mi nombre es Gabriela. Dime Gabriela, Gabi o Yiyi, evita la
formalidad conmigo. Y relájate que parece que te hubieses tragado un chuzo… -
la chica sonrió - ¿ves? Eso es bueno… te voy ,a ayudar a estirar las camas…
necesito hacer algo con las manos, sino me volveré loca… y créeme que loca
nadie me quiere cerca… - la chica se rió y pareció relajarse un poco.
Pasamos
el resto de la hora haciendo camas, limpiando por ahí y por allá. A cada tanto
me insistía en que no hiciera nada, porque si me veían la retarían. Yo no
entendí esa lógica ¿retarte porque haces lo tuyo, y que alguien te ayude? Me
sigue pareciendo una rareza. Le pregunté cosas triviales y nos reímos bastante.
Eso, hasta que logré que se soltara y me contara cosas de ella.
-
Con el dinero que
gano acá, pretendo estudiar el año que sigue.
-
¡Qué bien! Te
felicito. Y qué quieres estudiar…
-
Gastronomía. Mi
hermano mayor dijo que me podría ayudar a costear la mitad de mis estudios.
-
¿Cuánto sale la
mensualidad?
-
Como 140, y la
matrícula sale lo mismo…
-
Mm… es caro ¿no
puedes optar a algún beneficio?
-
No. Es que los
estudiantes vespertinos no tienen beneficios. Si fuese en el día, quizás. Pero
así no podría trabajar y pagármelos.
-
Es cierto… mm… - me
había quedado mirando. Supuse que algo me deseaba decir. Tenía pinta de querer
contarme un secretillo. Así que puse, mi cara de mujer de confianza y la anime
a susurrarme el comentario.
-
El señor Mollins
nos ha dicho que la cuidemos mucho mientras él está ausente…
-
¿A si? El señor
Mollins cree que no me sé cuidar sola.
-
Mi abuela, está
molesta porque la trajo a esta casa y la tiene durmiendo en la habitación de
huéspedes más grande. Dice que usted lo ha vuelto tonto. Igual que la otra
novia que tuvo…
-
Dile que el señor
Mollins es tonto igual, sin mi ayuda… - Leticia se llevó una mano a la boca y
se rio.
-
Usted me agrada – continuó
-. Yo no encuentro que lo vuelva tonto. Hace mucho que no lo veíamos contento y
relajado, caminando por la casa. La mamá le anda presentando novias muy
producidas, que nos miran hacia abajo. El chofer del señor Mollins me había
contado que a usted la había conocido cuando el caballero la llevó al médico.
Nos dijo que era muy divertida. También nos había dicho que parecía una niñita.
Yo no le creí, pero cuando la vi ese día me convencí.
-
Pero no soy una
niña… tengo la estatura de una, pero tengo 33 años – Leticia me quedó mirando.
-
Usted me toma el
pelo, Señorita Gabriela…
-
Que no… qué pasa
con la gente de esta casa ¿es una tónica que nadie me crea nada de lo que digo?
-
Es que no aparenta
más de 25… - dijo muy asombrada. Lo que no sabía era que yo también me sentía
asombrada con ese aparente tope de edad. Así que me veo de 25. -. Mi abuela no
me va a creer cuando se lo cuente. Lalo, Eduardo, mi novio, es el mozo que la
llevó el día de la fiesta. Él estada estudiando contabilidad, pero ha tenido
que congelar. Hizo un curso de mesero o algo así. Pretende juntar plata este
año, igual que yo, para terminar su carrera el año que sigue. Me había contado
que era muy bonita… casi me pongo celosa.
-
No tienes por qué –
de 25 y bonita, me cae bien la gente que trabaja en esta casa - ¿es verdad que le pegué a tu jefe? – quise saber.
-
¡Uy! Si… Don
Arturo, le intentó quitar un libro que tenía aferrado y usted le dio una
cachetada. La señora Magdalena no podía parar de reír. Lloraba de la risa… yo
me tuve que controlar, pero fue tan divertido. El señor Mollins se sobaba la
cara y decía “tiene una mano muy pesada
para ser tan pequeña”. Después usted se dio vuelta y se tapó con el plumón.
Él se acercó, le quitó los lentes y se la quedó mirando un rato… fue tan
romántico, si me permite…
-
Te lo permito…
Leticia, ¿y porqué tu abuela dice que me parezco a la ex novia de tu jefe?
-
Bueno… yo no la
conocí, pero dicen que tenía el pelo igual al suyo y era solo un poco más alta
que usted. Hay muchas historias de ella. Lo que si tengo claro, es que la madre
del señor Mollins la odiaba. Siempre le decía que por qué había elegido a una
tacuaca, para darle nietos. Mi abuela dice que se puso muy tonto. No venía
nunca a casa, porque la novia no lo dejaba. Le hacía escándalos de celos cuando
él salía a trabajar. Era absorbente y el caballero tenía que darle en el gusto
a las dos. La señora viajaba a Londres cada cierto tiempo. Dicen que ella tuvo
que ver en todo lo que sucedió y en la separación definitiva de ellos. Cuando
él volvió ya no era el mismo. Se fue de esta casa para vivir solo y se centró
en las empresas de la familia. Cuando cumplió los 40 la mamá le comenzó a
buscar novia, aunque él jamás parecía tomarse todo eso muy en serio. Puro
trabajo. Pero - dijo apretando los labios. Presentí que mi nueva amiga Leticia,
me quería contar otro secretillo - … desde hace unos meses, la cara le cambió ¿sabe?
De repente, la señora le empezó a exigir que le dijera quién era la mujer que
lo tenía tan contento. Un día, mientras cenaban, él se paró de la mesa, llevaban
un buen rato discutiendo, y le dijo que en esta relación no se metería, jamás.
Que si todo resultaba bien, no la dejaría que metiera sus narices. Fue una
pelea muy, muy fuerte. Jamás lo vi tan enojado… mm… los que trabajamos acá
creemos que es usted ¿sabe? Los hemos visto encerrados en la habitación y todo
eso – cuando dijo esto se puso muy colorada –. La señora se mete mucho, la vida
es de él… debería dejarlo tranquilo.
-
Dile a tu abuela,
que yo jamás le haría daño al señor Mollins. Pero que lo tonto es de él…
-
¡Oh! Que terminé
rápido – replicó de pronto-… me queda la pura pieza de la Señora Magdalena. Me
encanta la habitación de ella. Tiene los armarios llenos de vestidos de noche,
aunque ya no le queda ninguno.
Entramos en la habitación y Leticia me
mostró un armario realmente enorme. Había como cien vestidos de fiesta
colgados. Era muy delgada de joven. Me pregunté si Magdalena se enojaría si le
tomaba prestado uno. Encontré un hermoso vestido de encaje negro que me llegaba
hasta la rodilla. Se me ajustaba perfecto. Tuve problemas con los zapatos, eran
dos números más grande de lo que calzo yo.
Las cosas que me contó Leticia, me dejaron
pensando por largas horas. La mamá me odiaba, sin siquiera conocerme. Yo
tampoco la había visto a ella, pero presentía que no me caería del todo bien.
La ex novia de Arturo, aquella pérfida que lo engañó por años con un vecino del
edificio, tampoco le caía bien a la madre de Arturo. ¿Qué quería la señora? A Katherine…
me muero de ganas por conocer a Katherine.
El resto de la tarde la pasé hurgueteando por cada
rincón de la biblioteca. Lo que buscaba, era difícil de encontrar, pero
confiaba en mis dotes de investigadora literaria. Al fin, di con ese tipo de literatura que
pondría morada a la pequeña Leticia. El señor Mollins padre era un tipo muy
pícaro. Dudo mucho que exista algún amante de la literatura que no conserve algún
libro medianamente impúdico. Físico o digital. Encontré el Kamasutra y un
escrito del Marqués de Sade… ¡meh!…
era solo cosa de saber buscar…
Esa noche le tendría un par de sorpresas al señor
Mollins hijo… gentileza del padre… jejeje… aunque prometí mantener el secreto.
Lógico.
Siguiente entrega: MIÉRCOLES.
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AME ESTE CAPITULO CON TODO MI CORAZON....!!!!!!
ResponderEliminarCADA VEZ TODO SE PONE MEJOR :)
Al fin Yiyi saco la fiera sexual que lleva dentro jajajjaja...
En fin, me encanta como es Arturo y que bueno que Yiyi siga liberandose mas y mas.
Y OJALA la bitch de la ex novia de Arturo no se meta...porque si no la busco y barro el piso con ella, y con la madre tambien jajajjaa...
Yiyi debe ser inteligente y ganarse a la vieja de la suegra asi como se gano a los chicos tiene q ser astuta y no dejar a AM es un ricoooo en todo sentido
ResponderEliminarWao cada vez me gusta mas esta historia!!! creo que yo haría exactamente lo mismo que Yiyi sola en esa casa.... ay Dios me oiga y me ponga en esa situación!!! jajajajajajaja mansión, galán, ocio.... mmmm rico!!!!
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