23 de Agosto
08:27.
¡Jijiji!... ayer descubrí que no necesito visitar al ginecólogo, ya que no
tengo ningún problema con mis órganos sexuales. Ahora me doy por enterada que
el problema sexual lo tiene Jeremy y no yo.
Esto
es muy emocionante de contar. Estoy en la habitación de huéspedes, sobre una
cama de ocho plazas y al lado mío, abrazado a mi cintura, está el hombre más
excitante y maravilloso que una mujer podría pedir, para que las hormonas le
dejen de zapatear. Este hombre es un Dios en la cama… un real Dios… tres polvos
y una cantidad indeterminada de orgasmos hacen de la estadía en esta casa, la
mejor aventura de mi vida. ¡Uf! Hasta cuando duerme Arturo se ve fascinante. Si
las chicas supieran la cantidad de suciedades que me ha hecho... jijijiji…
Ya…
ok… tengo que ponerme un poco seria para comenzar desde el principio. Veamos… que
emoción… uf…
Todo
comenzó ayer… con su invitación a ir a un picnic. En realidad el día no estaba
para picnic. Hacía frío y amenazaba con llover. Arturo quería suspender todo,
pero yo terminé insistiendo. Lo hice más que nada para que me explicara sobre
esa mujer con quien su madre lo desea volver a reunir. Pero esa es otra
historia… mm… una historia bastante
maldita y odiosa, que despierta mi lado más egoísta y vil… en fin… seguiré con
la parte bonita… mm… me cae mal la madre de Arturo… ok… seguiré con lo lindo…
Llegamos
a un lugar bastante bonito y arreglamos todo. Teníamos la mesa puesta. Comíamos
queso y nos tomábamos una copa de vino. Arturo me contaba de su infancia, los
lugares que conoció de niño, las travesuras con su hermana, la relación con su
padre, etc., etc. Cuando se cansó de hablar se quedó callado y me dijo que le
encantaba hablar conmigo, porque yo lo dejaba decir lo que deseara. La verdad,
es que yo estaba embelesada mirándolo y pensando cuándo se me lanzaría encima y
me besaría y haríamos el amor en el pasto de la manera más loca y desenfrenada.
Pero nada de eso sucedió. Lo que sí pasó, es que decidí indagar en un asunto
difícil pero que tenía que tratarlo con él.
-
Arturo… hace tiempo
que quiero saber algo…
-
Dime… - dijo
jugueteando con mis manos.
-
Desde cuándo tu
sabías de mi relación con… mm… Jeremy…
-
Bueno… pues… lo
sospeché el día que fuimos a almorzar al restaurant de comida italiana. Hice
suma y… bueno, noté que todo cuadraba demasiado bien. Pero me había dado cuenta
antes…
-
¿Cuándo? ¿Cómo?
-
Recuerdas el día de
la reunión, donde les anunciamos las nuevas jefaturas y se proyectó la
posibilidad que ascendieras.
-
Lo recuerdo… - como no recordar ese “no” tan convencido de
los dos.
-
Bueno… no le
quitabas los ojos de encima.
-
Pero eso fue… la
primera o segunda semana… aún no pasaba nada con Jeremy…
-
Pero era cosa de
tiempo. Luego di todo por confirmado con el incidente de la pestaña… en el ojo…
-
Uu… que vergüenza…
- dije llevándome una mano a la boca.
-
Si… una boquita de
muy poco señorita… - dijo sonriéndome. Hizo una pausa y me quedó contemplando
un par de segundos –. Habría dado lo que fuera por que alguna vez me hubieses
mirado como lo miraste a él – su seriedad me caló el alma -. Aunque… lo primero
que pensé, fue que eras una golfa…
-
¿Qué? ¿Pensaste eso
de mí? ¿En serio? – mi alma no estaba tan calada con esa fea revelación sobre
mi persona. Que fatalidad que piensen eso de una.
-
Si… se había casado
hacía poco. Que va… ¿una semana? Me molestaba pensar que me gustabas tanto y
que no tenías vergüenza de acostarte con un hombre casado…
-
¿Yo ya te gustaba?
-
Si… y mucho…. –
dijo bebiendo un sorbo de vino blanco.
-
¿Ya no piensas eso
de mí?
-
Pensaba eso… pero
no me cuadraba con tu forma de ser. A medida que te iba conociendo, me fui dado
cuenta que quizás de verdad no lo sabías.
-
Por eso me lo
intentaste advertir…
-
Si… noté que
estabas en una burbuja con esa relación. Quería que se reventara, para que me
vieras. Después vino esa mala noche, luego me contaste lo que te había pasado. Vi
que te culpabas tanto y que asumías tu error como una mujer recta. Entonces entendí
que él te lo había ocultado, tu no le preguntaste jamás, tu personalidad reservada,
no te metes con nadie, nunca preguntas nada extra laboral… si, me cuadraba que
hayas estado un poco en el limbo… eres bastante despistada… obcecada… porfiada…
llevada a tus ideas…
-
Fui muy tonta…
moriré culpándome por haber sido tan ciega… mm… ¿por eso no me quieres besar?
-
No, te corrijo. Yo sí
te quiero besar – se sentó, dejó la copa a un lado y tomó mis manos -. Necesito que entiendas que yo no soy igual a
él. Quiero que de verdad sepas que me gustas mucho, que te quiero junto a mí,
que quiero intentar cosas serias contigo. No soy de esos tipos que saltan de
una relación a otra. Cuando alguien llama mi atención y me termina gustando, me
lo tomo en serio. Contigo me pasó eso. Te vi… me gustaste enseguida… amé tu
forma de ser, aunque me odiaras y pelearas ferozmente conmigo, me encantabas
igual… me sentía a gusto junto a ti, aun viéndote con otro… lo habría matado…
pero seguía sintiéndome bien… te lo he dicho muchas veces, y quizás lo diga las
veces que sean necesarias para que me creas: me gustas mucho, así, tal cual. Es
imposible hacerte mejorar, porque para mi eres perfecta… mm… ahora eres tu la
que me mira como si yo tuviera algo extraño en el rostro… - dijo riéndose.
-
¿Ves que molesta
Mollins, ves? – respondí intentando contener el llanto. Quería llorar con las
palabras de Arturo. Yo le era perfecta. No era una fracasada, que deseara
escalar en la vida, ni una puta con cual acostarse y adiós. Para este hombre,
yo era imposible de mejorar. Dios… apenas podía respirar -... Es muy hermoso lo
que me has dicho… no sé… no sé que decir, ni qué pensar… te lo agradezco. Mm…
me calló una gota – dije mirando hacia el cielo.
No
pasaron ni cinco segundos cuando se largó a llover torrencialmente. Echamos
todo a la canasta. Yo me aprontaba a salir corriendo cuando me puse a pensar
que era solo agua. Agua que caía del cielo. Me quedé parada, viendo como Arturo
corría cargando la canasta e intentado no soltarme de la mano. Se dio vuelta y
me llamó. Yo lo miré y le dije una de mis famosas idioteces “No quiero correr.
¡Es solo agua, solo agua!” y me reí. Estiré los brazos y dejé que el agua
cayera en mi cara. Sé, que al menos una gota, se fusionó con una lágrima llena
de felicidad que decidí dejar que siguiera su destino. Arturo me había dicho
que le era perfecta…
Lo
reconozco, por mi culpa llegamos empapados. Entramos por la puerta de la cocina.
Arturo se reía y me decía que estaba muy loca de remate. A mí me había dado
tentación de risa. Tenía hasta los calzones mojados. Pero había sido genial…
una muestra más de lo que es la libertad total…
Justo
en ese momento noté que Arturo se me había quedado mirando, con ese brillo tan
inquietante. Me sonrió algo avergonzado. Yo estaba apoyada en el mueble de
cocina y lo observaba. ¡Haij! Ok… fantaseaba rápidamente. Arturo se me acercó,
me sujetó de los hombros y me comenzó a acariciar los labios. Yo me agarré a su
cintura, esta vez no quería que se escapara de mis garras. Acercó sus labios
hasta los míos… y… mm… siempre he sostenido que uno sabe perfectamente el tipo
de relación que tendrá desde el primer beso que le dan. Esto me lo enseñaron
Betty Everet y Cher. El beso de Arturo no fue locamente acalorado, y para nada
aburrido. Era un beso, como lo he titulado yo, “despierta sentidos”. Tenia la
presión justa en los momentos justos. Fue largo, tierno e intenso. Calmado.
Como disfrutando cada minúsculo espacio de mi ser. Ese hombre si que hacía
maravillas con un primer beso. Cuando se apartó yo me preguntaba ¡¿por qué?!
¡Si yo quería más! Al parecer escuchó mi llamado mental porque me volvió a
besar. Y ese segundo beso sí que fue interesantemente sensorial. La distancia
entre nosotros se redujo a lo mínimo. Había tomado mi rostro con ambas manos y
nos besamos con una intensidad que creía que el corazón me explotaría. A lo
lejos se escucharon voces y él se alejó un poco de mí, dándome besitos cortos,
como no deseando alejarse de mi.
Las
cocineras se quedaron mudas al vernos. Yo me voltee, quedando de espaldas a
ellas, y llevé una mano hasta mis labios. Dios… que extraña me sentía. Nos
preguntaron si necesitábamos algo, y Arturo les dijo que no. Que estábamos perfectamente
bien. Volvieron a salir y Arturo alcanzó a decirme:
-
Lo siento yo no
quiero que te sientas…
-
Si quiero… - dije.
-
Si quieres ¿de qué?
-
Si quiero… si
quiero Arturo… - le susurré, las cocineras habían vuelto. Presiento que mi
rostro era muy evidente a lo que me refería a querer.
-
Segur… - había
comenzado él, sin embargo, yo lo interrumpí.
-
Nunca en mi vida he
estado tan segura de querer algo…
Arturo
me tomó de una mano. Las cocineras nos quedaron mirando con curiosidad infinita.
Salimos al pasillo. Subimos las escaleras y llegamos a mi habitación.
No
alcancé a ingresar a la pieza, cuando me comenzó a besar. Me tomó en sus brazos
y me llevó hasta la cama. Ambos estábamos mojados aún por la lluvia. Su pelo aún
tenía gotas de agua. No me sacó la camiseta, pero si desabrochó mi brasier con
una habilidad aún mayor a la del bastardo de Jeremy. Me besó, me besó y me besó
en las zonas más increíblemente erógenas de mi cuerpo. Bajó, me sacó el jeans,
me miró y dijo “Pantaletas… adoro las
pantaletas”. Yo me reí, algo avergonzada. No creí que se detuviera a
reparar en algo semejante. Me volvió a besar y… pues… mm… solo diré que recordé
la insistencia de Polín, Marlon y Estaban para la depilación completa… lo
recordé y la agradecí, cuando permití que Arturo hiciera cosas, que no creí que
se pudieran hacer… emm… jejeje…
Dejé de pensar y de analizar las sensaciones
cuando comencé a ver burros de colores…
Al
despertar, Arturo estaba junto a mí, acariciando mi cabello y besándome en el
cuello.
-
Artuuuuro… - dije
en forma melosa.
-
Dime…- respondió
mientras enterraba su nariz en mi cabellera.
-
Me mentiste…
-
¿Por qué?
-
Me dijiste que no
eras un acosador sexual y me estas acosando…
-
Si… es que te ves
mejor sin ropa que con ella puesta…
-
Eres un sucio…
-
Mucho… y tengo
ganas de hacerte un montón de suciedades más… - al decir esto se arrimó más a
mi y deslizó una mano hasta mis caderas. Después perdí el conocimiento de tanto
placer…
Era
de mañana cuando me desperté con la cabeza en el pecho peludo de Arturo. Me
tenía abrazada. Había bajado la sábana hasta mi cintura, porque quería tener
mejor vista de mi súper sexy tatuaje.
-
Eres un obsceno
Arturo Mollins. Si las chicas supieran las cosas que me has hecho esta noche,
ya no dirían que eres una lindura y un tipo bueno – dije en forma pícara.
-
Es tu culpa…
-
¿Mi culpa? – dije
abriendo mucho los ojos.
-
Si… me dan ganas de
hacerte esas cosas cuando te veo… - dijo sonriéndome – además ese tatuaje de
chica mala, hace volar la imaginación… reconócelo. Solo he querido verlo más de
cerca… y… mm… me están dando ganas de volver a observarlo ¿sabes?
-
¡No…! - dije
sentándome y cubriéndome entera con la sábana. Arturo se reía, se sentó junto a
mí y me besó. Yo lo abracé y lo apreté contra mi pecho. Era magnífico estar los
dos ahí, solos, sin nada en el mundo importándonos. – Arturo… ¿desde cuándo que
te gusto?
-
Desde el incidente
de las nachas – dijo mientras
apartaba un mechón de mi frente.
-
Pero… pero… me
mientes… eso fue el primer día que llegaste a la oficina, cuando me caí y me
ayudaste a levantarme… no tenías ni una hora en ese lugar…
-
Exacto…. Ya te dije
que me gustan las mujeres bajitas
como tu. Llamaste de inmediato mi atención. Te encontré linda, lo de las nachas me pareció inocente y divertido.
No te apocaste al verme… vi tus manos, tu cabello y me encantaron…
-
Yo no te conocía…
no tenía idea quién eras… - dije avergonzada por mi brutalidad.
-
Te creo… - dijo
sonriéndome y besándome en la comisura de mis labios - ¿Quieres saber algo
interesante?
-
Dime… - dije
devolviéndole el beso.
-
Ese día… cuando
entré a la sala de reuniones y vi todas las mujeres que trabajaban, había
decidido quedarme en mi antigua oficina. Pero cuando te vi y conversé ese breve
rato contigo, volví a pensar en establecerme en las oficinas de Meneghello…
-
Jejeje… te ríes de
mí… no necesitas eso para acostarte conmigo, ya lo hemos hecho…
-
Te lo digo muy en
serio. Después, cuando chocamos en las escaleras, te vi sin los lentes y te
encontré preciosa. Caía un largo mechón sobre su rostro que te hacía ver tan
despreocupada. De pronto comencé a notar que cada ves que me topaba contigo,
decías algo que me hacía reír… después de ese choque, decidí que te quería
conocer más…
-
Cuando me llamaste
al anexo… creí que me coqueteabas… - dije sonrojándome – era verdad que me
coqueteabas entonces…
-
Si… después vino lo
del departamento… conocerte en otro plano… enloquecía pensando lo que estabas
haciendo al otro lado. No sé… cada vez que te veía me sorprendías con algo
nuevo… creo que lo que más me llamaba la atención, es con la inocencia con que
lo hacías. Estoy acostumbrado a que las mujeres me coqueteen, me intenten poner
entre la espada y la pared, que muestren sus atributos… de pronto, tenía
enfrente a esta pequeña leona, peleando por sus ideas, defendiendo a sus
amistades, catapultando a gente que le veía un talento especial, apoyándome
cuando se supone que me odiaba. Vi a mis sobrinos ver en ti a la niña que me
moría por tener entre mis brazos y besarla, como ahora… Dios… Gabriela, no pasó
un día que no deseara besarte y decirte cuánto me gustabas…
-
Porque no me dices
Yiyi… - le dije suavemente, saboreando cada palabra que me había dicho.
-
Mm… Yiyi… tienes
hasta apodo de gatita traviesa… - me besó ¡uy! Este hombre es adorable.
-
Arturo… dime que
esto no terminará jamás… - le dije mientras me besaba en el cuello.
-
Mi amor, no te
puedo decir eso…- ¡me había dicho mi amor!- sí te puedo decir que podemos tener
cientos de miles de millones de momentos como estos. No te dejaré partir de mi
lado. Eres una máquina sexual y de estás uno no encuentra en todos los lados…
-
Jajaja… ¿soy una
dínamo sexual? Y las burradas las hablo yo después… jajaja…
-
Si que lo eres. Un
poco buena maldiciendo, pero suena bonito mi nombre después de una grosería… me
gusta… me sirve de guía…
-
Eres un lujurioso. Y
pensar que todo mundo te ve como un niño bueno…
-
Tú me llevas por el
camino del mal, chiquilla inmoral…
-
Arturo…
-
Yiyi… - respondió
mientras me besaba en medio de mis pechos.
-
Nunca quise herirte
esa vez que te dije todas esas cosas en el desayuno, cuando te dije engreído,
mala gente e insensible. Después que te dije eso tenía ganas de comerme la
lengua.
-
No te preocupes. Lo
entendí. Estabas mal por lo de tu padre. Aunque sí me dolió eso de que yo era
el peor maldito ser humano que habías conocido en tu vida – dijo mientras ponía
mi cabeza sobre una almohada y me despojaba de las sábanas.
-
Lo siento… estaba
furiosa, te quería matar… ¡Uf! Mierda Arturo… jejeje… ¿dónde aprendiste a hace
eso? Jejeje…
-
Lo sé mi amor… lo
sé… te propongo que saldes tu deuda ahora… ¿si?
-
¿Deuda?... ¡Oh!
Dios… esto me va a salir muy caro parece… ¡Oh! Cresta Arturo Dios….
-
Si… y eso que
recién comienzas a pagar los intereses, Yiyi…
10:48. Al despertar Arturo estaba sentado en la orilla
de la cama, tapado solo con la sábana, arreglándose el cabello con los dedos.
Era raro despertar una mañana, con un hombre a mi lado. No era yo la que debía
irse, era él y lo hacía con tanta lentitud que parecía no querer apartarse.
-
Buenos días,
dormilona… - dijo después que yo había deslizado una mano hasta su espalda y lo
comenzaba a acariciar.
-
Buenos… - dije
bostezando – días… ¿qué puedo hacer para que no te alejes de mí? – pregunté.
-
¡Oh! Nada. No tengo
ganas de irme. Pero ya te conté ayer el compromiso que tengo…
-
¡Ah! ese
“compromiso”… háblame de ese “compromiso”… si puedes, obvio…
-
Claro que puedo. Se
llama Katherine. Es mi ex novia de la universidad. Mi madre la había invitado a
la fiesta. Quedamos en salir a comer unos de estos días. Mi madre me llamó el
domingo y confirmé que hoy podíamos salir los tres: mi madre, Katherine y yo –
dijo levantándose y poniéndose los pantalones -. Yiyi… créeme que si hubiese
sabido que esto pasaría ayer entre nosotros, jamás me habría comprometido con
mi madre el domingo… eres difícil de predecir…
-
Se suponía que
intentabas algo conmigo…
-
Si. Pero solo saldré
para complacer a mi madre…
-
Entiendo… - dije
mientras alisaba las sábanas y me amortajaba para no tirarme sobre él y jalarle
por los cabellos.
-
¿Qué lo entiendes? me
duele que digas que lo entiendes ¿sabes? – dijo sonriéndome.
-
Ok… no, no lo
entiendo… Tu madre no te deja en paz con eso de conseguirte una novia al gusto
de ella… y además, no creo que sea todo un sacrificio volver a ver a esa ex
novia de la universidad. – me mordía la lengua para controlar la rabia que sentía.
De pronto, sentí cosas raras en mi corazón. ¿celos? Si, creo que me comían los
celos.
-
Eso sucede porque
mi madre aún no sabe lo de nosotros…
-
¿Y qué somos
nosotros? – dije esperando una evasiva como las de Jeremy.
-
¿Por ahora? Me
parece que nada. Pero, espero que en los días venideros esa situación cambie. ¿Qué?
¿acaso el jueguito de “qué me falta para ser tu novio” no te dice nada? - explicó mientras ese brillo comenzaba a
iluminarle los ojos –. Es mejor que me vaya… me haces mal cuando tienes tan
poca ropa encima…
Ya estaba pronto a salir de la habitación, cuando
pegué un salto en la cama.
-
¡Oye!... ¿No se te
olvida algo? – grité estirándole la boca. Él se acercó de dos zancadas y me
dijo.
-
No… no se me olvida.
Cómo crees que se me olvidaría besar esos lindos labios. Pero me iré ahora para
que me des ese beso en la tarde, cuando llegue. Así pensarás todo el día en mí…
- dijo guiñándome un ojo -, que te parece que en la noche tengamos una cena
romántica, a la luz de las velas, solos tu y yo… y un arsenal de Ostras a
nuestra disposición…
-
¡Uy! Eso suena muy
afrodisíaco…
-
Lo sé… ¿aceptas mi
invitación?
-
La acepto…
-
Perfecto… pero te
quiero vestida igual ¿ok?
-
¡No ando con ropa!
-
No la necesitarás,
Yiyi… no la necesitarás…
Mi tiré de espaldas en la cama y con una
sonrisa muy tarada comencé a mirar el techo. No conozco a Katherine, pero ya la
odio. Tampoco conozco a la madre de Arturo, pero me cae como patada en el estómago.
Solo quiero a Arturo, en traje de Adán, para portarnos muy mal.
Solo habían pasado cinco segundos y lo
extrañaba. No he dejado de pensar en cómo hicimos el amor anoche. Lo que me
hizo, lo que le hice, lo mucho que nos besamos…
Demonios… llegué a esta casa con la orden de flechar a
ese exquisito hombre, que acababa de salir de mis brazos. Y ahora resulta que
la flechada, medio a medio, soy yo… ¡VALOR!
***************************
Siguiente entrega: MARTES.
No olvides unirte a nuestra página en Facebook. Con solo dar "Clic" en el botón "Me gusta" podrás ser parte de ella y compartir con muchas lectoras más de "Yiyi, la peor de todas"
https://www.facebook.com/Yiyilapeor
IDOLA ....YIYI DE GRANDE QUIERO SER COMO TU ...... Ay pero q estoy muy emocionada
ResponderEliminarGenial este capitulo!!! me encanto, valio la pena la espera!!!
ResponderEliminarIncreíble capitulo realmente valió la espera. Me encantó los burros de colores, sólo a yiyi se le ocurren esas cosas. <3<3<3
ResponderEliminarMeee, encanto el capitulo, mejor de lo que me esperaba, ahora falta que sean novios y sobre todo que nos pagues el capitulo d ela semana pasada solo nos diste tres.
ResponderEliminarO Dios, me acaba de asaltar una dudas, si no a vistado al ginecologo como se cuido despues de el maraton con AM, peligro que pasara si siguen así.
ResponderEliminarOooooohhhhhhh he quedado anonadada yiyi eres una diosa te mereces todooooo AM es todo un men oh my good como no si es un galanzote mercedes valio la pena esta espera idolaaaaaa
ResponderEliminar