10 de Abril
11:00.
Ayer noche, tuve una conversación muy seria con mis queridos y adorados padres.
Les comuniqué mi deseo de ir a vivir sola.
Desde que entré a trabajar a la empresa,
que me puse a ahorrar lo más que pude para comprarme mi propio departamento
algún día. Siento que ese día ha llegado. Me encanta estar con mis padres, pero
siento que estoy un poco vieja para seguir pechándoles espacio. Siento que
ellos, deben pasar sus días en forma tranquila como la maravillosa pareja que
son.
Gracias a Dios mis padres lo tomaron de lo
más bien. En todo caso no es experiencia nueva para ellos. Mi hermano mayor,
Claudio (le pusieron así por el pianista Claudio Arrau) se fue a vivir solo
después de terminar la Universidad. Él se caso hace tres años con su novia de
toda la vida. Y mi hermano chico, Pablo (por Pablo Neruda) se fue de casa a los
20. Claro que se fue a vivir a un galpón con unos amigos Hippie que encontró
andando no sé por donde. Luego volvió, y después se volvió a ir a vivir a un
galpón, pero esta vez de su propiedad. Como yo soy la única mujer y la de en
medio, jamás me fastidiaron para que me fuera.
Así que mañana compraré el diario para ver
las propiedades y los departamentos. En el camino evaluaré si lo compró o lo
arriendo con compromiso de venta. Como sea el caso… siempre será un bien
inmueble que valdrá la pena.
Aunque me asusta por mis crisis de pánico.
Mm… mis padres me hacen compañía y con ellos tengo la seguridad de no morir de
inanición o roída por las ratas y las cucarachas… o ahogada en mis propios
vómitos alcoholizados…
Mm… tengo que madurar… tengo que madurar…
tengo que madurar… jjjooommm…
12:00.
Papá me ha llevado a un rincón del patio, y me ha dado una noticia espeluznante,
mientras nos agazapábamos detrás de los Helechos. Me dijo que las ventas en la
librería no suben. La mayoría de la gente son dueños. Pero desde hace años que
una empresa esta negociando y comprando los locales a precio de huevo, poco a
poco. De noventa locales treinta ya han sido comprados y cerrados.
El local de papá esta emplazado cerca de
una modesta pero muy colorida plaza, por Calle Almirante Barroso. Son varios mini
negocios, de pura gente ya entrada en años, como mi padre. Sin duda ellos son
los huesos más duros de roer. La gente más joven vende rápidamente, porque no
entiende el sentido que tiene para ellos sus librerías.
Por años nos preguntábamos por qué tanta
gente compraba locales, para luego cerrarlos. A principios de este año, se
reunieron todos los dueños con los futuros compradores y se enteraron de lo que
estaba sucediendo.
Quieren comprar, para echar abajo el
edificio y construir un Mall en su
lugar. Casi le dio ataque a mi padre cuando se enteró. El edificio data de los
inicios de 1900. Echarlo abajo es como destruir la historia. “El progreso no
trae más que perdición” me dice siempre papá con bastante rabia y resignación.
Lamentablemente las cosas son así. En Chile
no existe el suficiente amor por nuestra historia.
Papá esta preocupado. Aunque las tortas de
mi madre le calman un poco la ansiedad.
16:14.
He estado dándole vuelta al asunto de la llegada de quizás nuevos dueños y de Jeremy…
uuuyyy (me dio escalofrío).
Jeremy… Jeremy Vega. Maldito bastardo
belicoso que me trataste con la punta del pie.
Jeremy Vega fue mi jefe, como ya había
comentado antes, por dos años. Y durante un año completo tuvimos una “pseudo
relación” como la denominó él mismo.
No recuerdo muy bien cómo fue que todo
comenzó entre nosotros. Pero sé que fue por un correo electrónico. Me parece
que yo le reporté un error en la página y él me respondió con una broma. Yo le
devolví el correo con otra broma en mi mas puro estilo de humor negro. Así… de
pronto, nos enfrascamos poco a poco en conversaciones más subidas de tono,
hasta que llegamos al nefasto “sexo virtual”. ¡Uf! Eran correos realmente
ardientes, verdes, verdes. Jijiji… ¡haij!... que estúpida me pongo cuando me
acuerdo de esas cosas. Tonta, tonta, tonta… mm…
La cosa es… que me anduvo persiguiendo
durante meses (trece para ser más exacta) para que le diera el paso a una noche
de ardiente lujuria. Habitualmente, por culpa de mi baja autoestima y mis
innumerables complejos, le preguntaba qué era lo que le gustaba más de mí. A lo
que él siempre me dijo que era mi trasero. Bueno… en realidad la palabra exacta
era “tu culito”. Es mejor decir la misma palabra que él usaba, ya que hoy entiendo que es un rasgo de
su personalidad, que en su momento debió decirme algo más que un “él te desea”,
y sino más bien un “él no te ama”. Grandísima diferencia.
En esas fechas él estaba terminando de
estudiar y se había ido a vivir con su polola, la cual había conocido por
internet y que en menos de un mes se fue a instalar a su departamento y se
pusieron a vivir juntos. Yo, asno como yo sola puedo comportarme, de pronto me
comencé a sentir como su ciber novia.
La cuestión es que yo me sentía un tanto celosa, así que jamás le preguntaba
por ella, aunque sabía de su existencia. Esto le debía causar enorme placer. De
pronto en un acto de rebeldía o de no sé por qué cosa, comencé a ceder a sus
brutales seducciones y empezamos a planear nuestro encuentro del tercer tipo.
El encuentro tenía que respetar sus horarios de clase y todas esas cosas.
Pronto me dijo que se estaba aburriendo de que “calentara la sopa y no me la
tomara”. Mi problema en serio que era mayúsculo. Yo era virgen y tenía mis
dudas con él. En realidad, las tenía con todos, por eso había llegado a los 30
años indemne. No fue por falta de oportunidad, sino más bien por temores y
desconfianza.
Craso error fue el ceder, error con el que
me he torturado durante años.
Como ya dije antes… Jeremy me puso entre la
espada y la pared. O lo hacíamos o él me botaba. Estúpidamente… yo cedí, a
pesar de todo.
Planeamos el encuentro para el último día
de la semana, ya que después él se iría de vacaciones.
Me llevó en su auto a un Motel. Un antro. Y
entonces pasó lo que debía pasar. Mmm… pero fue todo mal. Yo estaba incómoda y
terriblemente nerviosa. No le había contado de mi virginidad, por vergüenza.
Así que él fue directo al grano. Recuerdo que corrí por el cuarto, casi con
ganas de tirarme por la ventana del motel, huyendo de lo que me parecían unas
manotas atenazadas que me querían sacar la piel. Él se me acercó y me dijo “¡Ah!
Quieres el camino largo entonces” y me dio un beso. La primera vez que él me
besaba. Y debo decirlo… fue el beso más horrible que me han dado en mi vida. Aunque
en términos de besos no me considero del todo afortunada en todo caso… el primero
que me dieron, el tipo casi me sacó el estómago por la boca. ¡¡Wakala!!
Los hombres no lo creen… pero un beso dice
mucho respecto de una relación. Un beso puede ser hasta más efectivo que tener
una Bola de Cristal para predecir el futuro. A ese beso yo lo denominé “El ósculo
de paso”. Me besuqueó y solo sé que no la seguí pasando bien.
Cuando terminó todo el acto. Se quedó de
espaldas y se fumó un cigarro. Malo, malísimo indicio de preocupación por su
compañera de acción, o sea yo, que no fuma porque es asmática y él se daba por
enterado desde hacía mucho tiempo. Entonces le pregunté en broma:
- ¿Traías
a este motel a tu polola?
- No,
jamás – me respondió muy serio -. Ella se merece lo mejor… para las otras elijo lugares como este. Pasan
piola y son menos caros - ¡Uf!... eso me había dolido más de lo esperado -. Bueno
– dijo sentándose en la cama – hay que irse. Vístete y te vas no más…
- ¿Cómo?
– dije yo casi no creyendo lo que escuchaba – ¿Me voy? Así, así… ¿así como así
me hechas de la cama?
- ¿Y
qué más quieres?
- Bueno
es que yo… no sé… no pensé que… - me quedé callada. Cómo le podía decir que esperaba
que todo fuera diferente. Que todo fuera más no sé… más romántico, tierno y
dulce quizás.
Eran las 23:00 y
estábamos a dos cuadras de la Plaza de Armas. En un cuchitril que quedaba en
Calle Sotero del río. Cuando estuvimos fuera del Motel me dijo:
- Bueno,
Gómez… te agradezco la jornada… ¿tienes plata?
- No…
eee… - dije mirando el auto, como para que me encaminara a la parada de buses.
- Lo
siento… tengo que irme volando al departamento. Así que no me mires el auto.
Tengo que pasar a buscar a mi polola porque hoy es el último día que cenaremos con mis suegros, antes de terminar de empacar todo.
- ¡Ah!...
¿último día? ¿empacar? – pregunté reparando en la ansiedad con que había dicho
esas tres palabras. De pronto pensé que como salía de vacaciones se irían fuera
de Santiago. Sin embargo, jamás esperé una respuesta como la que me fue dada.
- Si…
me voy con mi polola a estudiar fuera de Chile. Ella se ganó una beca para
estudiar en Argentina. Tremenda mujer mi polola, me siento orgulloso de ella. A
parte de preciosa, una genio. Yo encontré trabajo por allá y quizás me ponga a
estudiar también para llegarle a los talones a mi mujercita… jajaja... Yo
renuncié hace dos semanas, Gómez… ¿qué acaso no lo sabías?
Claro que no lo sabía. Nadie lo sabía. Como
jefe solo se lo había informado a los Gerentes y a sus más cercanos en la
oficina. Tampoco se había convocado a reuniones, ni nada.
Solo dos semanas después de nuestro
encuentro, nos llamaron a una sala y nos dijeron quién era su reemplazo. Don
Víctor, Don Pelmazo.
- Bueno…
¿tienes plata para taxi o no?
- No
Jeremy… no te preocupes. Yo me las puedo arreglar sola. Un gusto y que les vaya
muy bien en su viaje. Tomaré un taxi en la cuadra que sigue – le dije tomando
la última gota de orgullo que me quedaba.
Me di la media vuelta y caminé con la vista
pegada en el suelo. Me sentía como una miserable puta. Había entregado mi
virginidad y parte de mis sentimientos a quién no los había apreciado. No
lloré. Ni ese día… ni los que siguieron. Aunque se me apretaba la garganta de
solo recordarlo. El orgullo era lo último que me quedaba. Siempre pensé que se
le había pasado un poco la mano conmigo. Debo declarar que no me siento víctima
de nada… sino de mis propias malas decisiones.
Digamos que creí estar enamorada, cuando lo
que en realidad sentía era una pasión… mmm… ¿o
no?
La pregunta hoy es… ¿Cuál será el rostro de
Jeremy Vega al vernos cara a cara algún día?
Me encanta tu blog!! xfa sigue escribiendo que te sigo... ;)
ResponderEliminarKarina,
EliminarGracias por leerme y suscribirte.
Cariños y ¡claro que seguiré escribiendo!
Tengo mucho más que contarles
Saludos...